12 Feb
12Feb

A veces observo a mis hijos mientras se entretienen con sus juguetes y me pregunto cómo será su vida dentro de diez años. Serán todavía unos adolescentes, pero la sociedad habrá sufrido un cambio tan radical que hoy podemos hacernos sólo una vaga idea de lo que les viene encima.

Una de las tecnologías que están llamadas a revolucionar más aspectos de nuestras vidas es la impresión 3D. Hoy en día ya es una realidad en muchos sectores, pero está costando más de lo previsto su irrupción de forma masiva en los hogares.

Las marcas comerciales, las de gran consumo, van a poder disfrutar de un montón de oportunidades para conectar con sus consumidores a través de esta nueva forma de imprimir. Pero deberán anticiparse al consumidor, porque si no, muy probablemente será éste último el encargado de dejar patas arriba más de un sector económico.

Cualquier marca cuyos productos sean objetos de pequeño tamaño susceptibles de poder ser convertidos en modelos tridimensionales, es decir, en archivos digitales, va a sufrir en mayor o en menor medida el impacto de estas impresoras.

Sobre todo porque el consumidor empezará a hacerse preguntas: ¿Por qué tendrían que pagar por piezas y objetos que se podrán imprimir en casa? ¿Cuál será el valor que le van a dar los consumidores a una funda de móvil, a un juego de bloques de montaje o una figurita de su personaje favorito cuando se podrán descargar el archivo totalmente gratis e imprimirlo tantas veces como quieran?

El mundo de la impresión 3D y las marcas pueden hacerse un favor mutuo. Por una parte, a la impresión 3D le falta una “big thing” que haga despertar el mercado. Algo que una marca proponga al consumidor que sea tan brillante que haga que entrar de lleno en este nuevo mundo valga mucho la pena. Si entendemos esta “big thing” como lo sucedido entre Pokémon Go! y la realidad aumentada se entenderá mejor por dónde voy.

Por otro lado, el mundo de las marcas puede encontrar en las impresoras 3D un nuevo medio para comunicarse con sus consumidores. A través de planes de subscripción o de contenidos exclusivos, el usuario podrá acceder a una experiencia mucho más cualitativa y personalizada con las marcas, y todo a través de diseños, piezas, modelos y productos exclusivos que podrá imprimirse tranquilamente en su casa.

Cuesta imaginarlo hoy, pero me imagino un Mr. Potato con más complementos que la mismísima Barbie, accesorios de todo tipo para integrar nuestra GoPro donde sea, o, por decir algo, drones de mil formas diferentes que podremos también imprimirnos casi al completo en casa.

Sea como sea, las marcas que empiecen a proponer cosas en este ámbito van a ser las que rompan el hielo definitivamente.

La velocidad a las que los usuarios adoptan nuevas tecnologías asusta. Pero las posibilidades que nos ofrecerá la impresión 3D doméstica todavía más.

©Bernat Sanromà